Picture this: you’re working a slow shift in a hotel lobby when someone hurriedly approaches the front desk. They found a lost wallet around the corner, but they’re in a rush and don’t have time to follow up. They ask if you can handle it and then run off. Looking at the wallet you see it contains a key, a grocery list, about $13, and three business cards with a name and email you assume belong to the wallet’s owner. So, what do you do?
Imagina esto: estás trabajando en el vestíbulo de un hotel cuando alguien se acerca presuroso a la recepción. Encontró una billetera perdida, pero está apurado, así que no tiene tiempo de buscar al dueño. Te pide que te hagas cargo y se marcha a toda prisa. Al abrir la billetera, ves una llave, una lista de compras, unos 13 dólares y tres tarjetas de presentación con el nombre y correo de quien supones es el dueño de la billetera. ¿Qué haces en esa situación?
Between 2013 and 2016, over 17,000 front-desk workers around the globe were faced with this choice, becoming unwitting participants in a massive study of honesty. And the results surprised top economists and the researchers running the experiment. But to understand what these groups were expecting, we need to spend a little time defining honesty.
Entre 2013 y 2016, más de 17 000 empleados de atención al público de todo el mundo se enfrentaron a esta decisión y fueron participantes involuntarios en un estudio masivo sobre honestidad. Y los resultados sorprendieron a los principales economistas e investigadores a cargo del experimento. Pero, para entender lo que estos grupos esperaban, tenemos que definir primero qué es la honestidad.
We typically think of honesty in terms of actively telling the truth in our interpersonal relationships. But in fact, every healthy society relies on a shared foundation of honesty. Using public services, making business transactions, and deciding government policies requires a baseline expectation of honesty from our fellow citizens. Because of this, understanding what drives honesty is a vital research subject for economists, psychologists, and sociologists. Unfortunately, honesty can be difficult to investigate when people know they’re being watched. So, researchers have come up with clever ways to analyze this behavior outside the lab. And this global study by the universities of Michigan, Utah, and Zurich sought to answer an important question: will people engage in opportunistic behavior when there’s little-to-no chance of being caught?
Comúnmente, pensamos en la honestidad en términos de decir la verdad en nuestras relaciones interpersonales. Pero todas las sociedades sanas se asientan en una base compartida de honestidad. Usar los servicios públicos, hacer transacciones comerciales y decidir políticas gubernamentales demandan una expectativa mínima de honestidad de nuestros conciudadanos. Debido a esto, entender qué nos motiva a ser honestos es un tema vital de investigación para economistas, psicólogos y sociólogos. Desafortunadamente, la honestidad puede ser difícil de investigar cuando los participantes saben que se los observa. Por eso, los investigadores idearon formas ingeniosas de analizar este comportamiento fuera del laboratorio. Y este estudio global realizado por las universidades de Michigan, Utah y Zúrich pretendía contestar una importante pregunta: ¿las personas tienen comportamientos oportunistas cuando hay poca o ninguna posibilidad de ser descubiertas?
In what became known as the Lost Wallet Test, 13 research assistants traveled to 355 cities in 40 different countries, recreating the same scenario in hotels, banks, public offices, and various cultural establishments. The clear wallets ensured participants could see their contents, half of which contained a key, grocery list, and business cards, while the other half also included the equivalent of roughly 13 US dollars. The researchers believed the money would discourage honesty. Specifically, they thought participants’ self-interest would overpower two competing factors: their altruistic desire not to harm the wallet’s owner, and their desire to maintain a positive self-image. Regarding self-image, we generally like to think of ourselves as good and honest. But studies have found people are often able to let themselves off the hook for stealing small amounts of money. As for harming the wallet's owner, the victim of their crime would be abstract. They'd never met this person, and since the wallet had come from another location, it seemed unlikely they ever would.
En lo que se conoció como “La prueba de la billetera perdida”, 13 investigadores asistentes viajaron a 355 ciudades en 40 países donde recrearon el mismo escenario en hoteles, bancos, oficinas públicas y distintos establecimientos culturales. Se aseguraron de que el contenido de las billeteras pudiera verse claramente, la mitad de las cuales tenía una llave, una lista de compras y tarjetas de presentación, mientras que la otra mitad tenía lo que hoy serían unos 13 dólares. Los investigadores creían que el dinero desalentaría la honestidad. En especial, pensaron que el interés de los participantes se impondría a dos factores que compiten entre sí: el deseo desinteresado de no perjudicar al propietario de la billetera, y el deseo de mantener una imagen positiva de sí mismos. En cuanto a la imagen de nosotros mismos, generalmente nos gusta pensar que somos buenos y honestos. Sin embargo, los estudios han revelado que la gente suele justificar robos de pequeñas cantidades de dinero. Acerca del daño al dueño de la billetera, la víctima del delito sería abstracta. Nunca conocieron a esta persona y, como la billetera es de otro lugar, es improbable que la conozcan.
For these reasons, researchers expected money-filled wallets to be reported less often, and the 279 economists they surveyed agreed. But to their surprise, the study found the exact opposite. While only 46% of cash-free wallets were reported, 61% of cash wallets were called in. This pattern held true across the globe, regardless of the participants’ age, gender, or whether they were being observed during the wallet drop-off. And when researchers tried increasing the temptation to be dishonest with wallets containing nearly $100, the results surprised them again. People reported 72% of these big money wallets.
Por esto, los investigadores esperaban que las billeteras con dinero se devolvieran con menos frecuencia, y los 279 economistas encuestados coincidieron. Pero, para su sorpresa, el estudio demostró exactamente lo contrario. Se devolvió el 46 % de las billeteras sin dinero y el 61 % de las billeteras con dinero. Este patrón se mantuvo en todo el mundo, sin importar la edad de los participantes, su sexo, o si se eran observados al devolver la billetera. Y cuando los investigadores intentaron aumentar la tentación de ser deshonestos con billeteras que contenían casi 100 dólares, los resultados los sorprendieron una vez más. El 72 % de las personas devolvió estas billeteras con más dinero.
There are a lot of theories for why honesty goes up as the wallet becomes more valuable. The $100 wallet certainly increases self-interest. But in international follow-up surveys, people reported that taking larger sums of money felt more like theft, making it harder to maintain a positive self-image. It’s also possible that when the financial stakes are higher, so is the perceived harm to the wallet’s owner. Others have suggested that our commitment to honesty could be altered in professional settings, meaning participants might have acted differently outside the office.
Hay numerosas teorías sobre por qué la honestidad es mayor a medida que el valor de la billetera aumenta. La billetera con 100 dólares ciertamente aumenta el interés propio. Pero en las encuestas internacionales de seguimiento, las personas afirmaron que quedarse con mucho dinero se sentía más como un robo, lo que hacía más difícil mantener una imagen positiva de sí mismos. También es posible que, cuando hay más dinero en juego, mayor sea el daño que se percibe para el propietario de la billetera. Otros han sugerido que nuestro compromiso con la honestidad podría alterarse en entornos laborales, es decir, los participantes podrían actuar de forma diferente fuera de la oficina.
Still, this result suggests that self-interest might not be as powerful as we often think. Seeing yourself as an honest person can motivate you to be an honest person. And by modeling this behavior and celebrating it and others, we can help create an honest society we can all rely on.
Aun así, estos resultados indican que el interés propio podría no ser tan poderoso como solemos pensar. Verte a ti mismo como buena persona puede motivarte a ser una buena persona. Y al demostrar este comportamiento y celebrarlo en otros, ayudamos a crear una sociedad honesta en la que todos podamos confiar.