An enduring myth says we use only 10% of our brain, the other 90% standing idly by for spare capacity. Hucksters promised to unlock that hidden potential with methods "based on neuroscience," but all they really unlock is your wallet. Two-thirds of the public and nearly half of science teachers mistakenly believe the 10% myth. In the 1890s, William James, the father of American psychology, said, "Most of us do not meet our mental potential." James meant this as a challenge, not an indictment of scant brain usage. But the misunderstanding stuck. Also, scientists couldn't figure out for a long time the purpose of our massive frontal lobes or broad areas of the parietal lobe. Damage didn't cause motor or sensory deficits, so authorities concluded they didn't do anything. For decades, these parts were called silent areas, their function elusive. We've since learned that they underscore executive and integrative ability, without which, we would hardly be human. They are crucial to abstract reasoning, planning, weighing decisions and flexibly adapting to circumstances. The idea that 9/10 of your brain sits idly by in your skull looks silly when we calculate how the brain uses energy. Rodent and canine brains consume 5% of total body energy. Monkey brains use 10%. An adult human brain, which accounts for only 2% of the body's mass, consumes 20% of daily glucose burned. In children, that figure is 50%, and in infants, 60%. This is far more than expected for their relative brain sizes, which scale in proportion to body size. Human ones weigh 1.5 kilograms, elephant brains 5 kg, and whale brains 9 kg, yet on a per weight basis, humans pack in more neurons than any other species. This dense packing is what makes us so smart. There is a trade-off between body size and the number of neurons a primate, including us, can sustain. A 25 kg ape has to eat 8 hours a day to uphold a brain with 53 billion neurons. The invention of cooking, one and half million years ago, gave us a huge advantage. Cooked food is rendered soft and predigested outside of the body. Our guts more easily absorb its energy. Cooking frees up time and provides more energy than if we ate food stuffs raw and so we can sustain brains with 86 billion densely packed neurons. 40% more than the ape. Here's how it works. Half the calories a brain burns go towards simply keeping the structure intact by pumping sodium and potassium ions across membranes to maintain an electrical charge. To do this, the brain has to be an energy hog. It consumes an astounding 3.4 x 10^21 ATP molecules per minute, ATP being the coal of the body's furnace. The high cost of maintaining resting potentials in all 86 billion neurons means that little energy is left to propel signals down axons and across synapses, the nerve discharges that actually get things done. Even if only a tiny percentage of neurons fired in a given region at any one time, the energy burden of generating spikes over the entire brain would be unsustainable. Here's where energy efficiency comes in. Letting just a small proportion of cells signal at any one time, known as sparse coding, uses the least energy, but carries the most information. Because the small number of signals have thousands of possible paths by which to distribute themselves. A drawback of sparse coding within a huge number of neurons is its cost. Worse, if a big proportion of cells never fire, then they are superfluous and evolution should have jettisoned them long ago. The solution is to find the optimum proportion of cells that the brain can have active at once. For maximum efficiency, between 1% and 16% of cells should be active at any given moment. This is the energy limit we have to live with in order to be conscious at all. The need to conserve resources is the reason most of the brain's operations must happen outside of consciousness. It's why multitasking is a fool's errand. We simply lack the energy to do two things at once, let alone three or five. When we try, we do each task less well than if we had given it our full attention. The numbers are against us. Your brain is already smart and powerful. So powerful that it needs a lot of power to stay powerful. And so smart that it has built in an energy-efficiency plan. So don't let a fraudulent myth make you guilty about your supposedly lazy brain. Guilt would be a waste of energy. After all this, don't you realize it's dumb to waste mental energy? You have billions of power-hungry neurons to maintain. So hop to it!
Un mito arraigado dice que usamos solo el 10 % del cerebro. Y el otro 90 % queda con capacidad ociosa. Los mercachifles prometían liberar el potencial oculto "con base en la neurociencia", pero solo abrieron nuestras billeteras. Dos tercios del público y casi la mitad de los profesores de ciencias creen erróneamente en el mito del 10 %. En los años 1890, William James, el padre de la psicología estadounidense, dijo: "La mayoría no usa todo el potencial de la mente". James pensó esto como un desafío, no como una acusación del uso restringido del cerebro. Pero quedó el malentendido. Además, los científicos no entendieron durante mucho tiempo el propósito del abultado lóbulo frontal o de las amplias zonas del lóbulo parietal. Si se dañaban no había déficits motores o sensoriales por eso concluyeron que no eran de utilidad. Durante décadas estas partes se denominaron zonas silenciosas y su función era desconocida. Luego aprendimos que cumplen funciones ejecutivas y de integración, sin las cuales apenas seríamos humanos. Son cruciales para el razonamiento abstracto, la planificación, para sopesar decisiones y adaptarnos en forma flexible a las circunstancias. La idea de que 9/10 del cerebro están ociosos en el cráneo parece una tontería al calcular el uso de energía del cerebro. Los cerebros de roedores y caninos consumen el 5 % de la energía total del cuerpo. El cerebro de los monos usa el 10 %. El cerebro de un humano adulto que representa solo el 2 % de su masa corporal, consume el 20 % de la glucosa diaria consumida. En los niños, esa cifra es el 50 %; y en los infantes, el 60 %. Esto es mucho más de lo esperado para sus tamaños cerebrales relativos que aumentan en proporción al tamaño corporal. Los de humanos pesan 1,5 kilos, los de elefante, 5 kg, y los de ballena, 9 kg. Incluso por gramaje, los humanos condensan más neuronas que cualquier otra especie. Esta densidad es la que nos hace tan inteligentes. Hay una relación de compromiso entre el tamaño del cuerpo y la cantidad de neuronas que un primate —incluidos nosotros— puede sostener. Un simio de 25 kg tiene que comer 8 horas al día para mantener un cerebro con 53 000 millones de neuronas. La invención de la cocina, hace un millón y medio de años, nos dio una gran ventaja. Los alimentos cocinados se suavizan y predigieren fuera del cuerpo. Nuestros intestinos absorben más fácilmente su energía. Cocinar libera tiempo y nos da más energía que comer alimentos crudos; por eso podemos sostener cerebros con 86 000 millones de neuronas, 40 % más que los simios. Funciona así: la mitad de las calorías quemadas por el cerebro va simplemente a mantener intacta la estructura bombeando iones de sodio y potasio a través de las membranas para mantener una carga eléctrica. Para hacerlo, el cerebro tiene que ser un cerdo de la energía. Consume 3,4 x 10^21 moléculas de ATP por minuto, siendo el ATP el carbón del horno corporal. El alto costo de mantenimiento de potenciales de reposo en los 86 000 millones de neuronas significa que queda poca energía para impulsar señales por los axones y las sinapsis, las descargas en los nervios que realmente hacen las cosas. Incluso si solo un pequeño porcentaje de las neuronas disparara en una región dada en un momento dado, la energía necesaria para activar todo el cerebro no sería sustentable. Aquí entra en juego la eficiencia energética. Dejar que solo una pequeña porción de células se active en determinado momento se conoce como "codificación escasa"; usa la menor cantidad de energía pero transmite la mayor cantidad de información. Porque la pequeña cantidad de señales tiene miles de caminos posibles por los que distribuirse. Un inconveniente de la codificación escasa dentro de una enorme cantidad de neuronas es su costo. Peor aún, si una gran proporción de células nunca se disparan, entonces son superfluas y la evolución debería haberlas desechado hace mucho tiempo. La solución es encontrar la proporción óptima de células que el cerebro puede activar al mismo tiempo. Para eficiencia máxima, entre el 1 % y el 16 % de las células deberían estar activas al mismo tiempo. Este es el límite energético con el que tenemos que vivir para mantener la conciencia. La necesidad de conservar recursos es la razón por la que la mayoría de las operaciones del cerebro debe ocurrir fuera del estado consciente. Por eso que la multitarea es una tontería. Sencillamente no tenemos la energía para hacer 2 cosas a la vez y ni hablar 3 o 5. Al intentarlo, hacemos peor cada tarea que si le hubiéramos prestado toda la atención. Los números no son favorables. El cerebro ya es inteligente y potente. Tan potente que necesita mucha potencia para mantenerse potente. Y tan inteligente que ha construido un plan de eficiencia energética. No permitan que un mito fraudulento les haga sentir culpa de cerebros supuestamente perezosos. La culpa sería un desperdicio de energía. Después de todo esto, ¿no creen que es tonto desperdiciar energía mental? Tienen miles de millones de neuronas con hambre de energía que mantener.