¿Hablas español? Parlez-vous français? 你会说中文吗? If you answered, "sí," "oui," or "会" and you're watching this in English, chances are you belong to the world's bilingual and multilingual majority. And besides having an easier time traveling or watching movies without subtitles, knowing two or more languages means that your brain may actually look and work differently than those of your monolingual friends. So what does it really mean to know a language? Language ability is typically measured in two active parts, speaking and writing, and two passive parts, listening and reading. While a balanced bilingual has near equal abilities across the board in two languages, most bilinguals around the world know and use their languages in varying proportions. And depending on their situation and how they acquired each language, they can be classified into three general types. For example, let's take Gabriella, whose family immigrates to the US from Peru when she's two-years old. As a compound bilingual, Gabriella develops two linguistic codes simultaneously, with a single set of concepts, learning both English and Spanish as she begins to process the world around her. Her teenage brother, on the other hand, might be a coordinate bilingual, working with two sets of concepts, learning English in school, while continuing to speak Spanish at home and with friends. Finally, Gabriella's parents are likely to be subordinate bilinguals who learn a secondary language by filtering it through their primary language. Because all types of bilingual people can become fully proficient in a language regardless of accent or pronunciation, the difference may not be apparent to a casual observer. But recent advances in brain imaging technology have given neurolinguists a glimpse into how specific aspects of language learning affect the bilingual brain. It's well known that the brain's left hemisphere is more dominant and analytical in logical processes, while the right hemisphere is more active in emotional and social ones, though this is a matter of degree, not an absolute split. The fact that language involves both types of functions while lateralization develops gradually with age, has lead to the critical period hypothesis. According to this theory, children learn languages more easily because the plasticity of their developing brains lets them use both hemispheres in language acquisition, while in most adults, language is lateralized to one hemisphere, usually the left. If this is true, learning a language in childhood may give you a more holistic grasp of its social and emotional contexts. Conversely, recent research showed that people who learned a second language in adulthood exhibit less emotional bias and a more rational approach when confronting problems in the second language than in their native one. But regardless of when you acquire additional languages, being multilingual gives your brain some remarkable advantages. Some of these are even visible, such as higher density of the grey matter that contains most of your brain's neurons and synapses, and more activity in certain regions when engaging a second language. The heightened workout a bilingual brain receives throughout its life can also help delay the onset of diseases, like Alzheimer's and dementia by as much as five years. The idea of major cognitive benefits to bilingualism may seem intuitive now, but it would have surprised earlier experts. Before the 1960s, bilingualism was considered a handicap that slowed a child's development by forcing them to spend too much energy distinguishing between languages, a view based largely on flawed studies. And while a more recent study did show that reaction times and errors increase for some bilingual students in cross-language tests, it also showed that the effort and attention needed to switch between languages triggered more activity in, and potentially strengthened, the dorsolateral prefrontal cortex. This is the part of the brain that plays a large role in executive function, problem solving, switching between tasks, and focusing while filtering out irrelevant information. So, while bilingualism may not necessarily make you smarter, it does make your brain more healthy, complex and actively engaged, and even if you didn't have the good fortune of learning a second language as a child, it's never too late to do yourself a favor and make the linguistic leap from, "Hello," to, "Hola," "Bonjour" or "你好’s" because when it comes to our brains a little exercise can go a long way.
¿Hablas español? (Francés) ¿Hablas francés? (Chino) ¿Hablas chino? Si respondiste "sí" en castellano, francés o chino y estás viendo esto en inglés, es muy probable que formes parte de la mayoría bilingüe y políglota del mundo. Además de viajar con más facilidad o ver películas sin subtítulos, saber dos o más idiomas significa que tu cerebro tiene otro aspecto y funciona diferente en comparación con el de tus amigos monolingües. Entonces, ¿qué significa realmente saber un idioma? La habilidad lingüística se mide según dos habilidades activas, el hablar y el escribir, y dos habilidades pasivas, el escuchar y el leer. Mientras que un nativo bilingüe posee casi las mismas habilidades en ambos idiomas, la mayoría de los bilingües del mundo saben y usan sus idiomas en diferentes proporciones. Dependiendo de su situación y de la forma en la cual aprendieron cada idioma pueden clasificarse en tres tipos generales. Por ejemplo, Gabriella, que se trasladó con su familia desde Perú a los Estados Unidos a la edad de 2 años. En su caso de bilingüismo simultáneo Gabriella desarrolla dos códigos lingüísticos al mismo tiempo a través de un único grupo de conceptos, y aprende inglés y español a la vez a medida que comprende el mundo que la rodeaba. Por su parte, su hermano adolescente es un bilingüe consecutivo que trabaja con dos grupos de conceptos mientras aprende inglés en la escuela y sigue hablando español en casa y con los amigos. Por último, los padres de Gabriella son probablemente bilingües de edad adulta que aprendieron un segundo idioma por medio de su primer idioma. Debido a que cualquier bilingüe puede llegar a ser competentes en sus idiomas, sin importar el acento o la pronunciación, la diferencia no es evidente para todos. Pero avances recientes en la tecnología de exploración cerebral permite a los neurolingüistas entender cómo los aspectos específicos del aprendizaje de idiomas afectan el cerebro bilingüe. Se sabe que el hemisferio izquierdo del cerebro es dominante y analítico en los procesos lógicos, mientras que el hemisferio derecho es más activo en los procesos emocionales y sociales, aunque no se trata de una clara separación. El hecho que el idioma incluye ambas funciones, mientras que la lateralización se desarrolla gradualmente con la edad, ha contribuido a la hipótesis del período crítico. Según esta teoría, los niños aprenden idiomas más fácilmente porque la plasticidad de sus cerebros en desarrollo les permite usar ambos hemisferios en la adquisición de idiomas, mientras que en la mayoría de los adultos el idioma está limitado en un solo hemisferio, por lo general, el izquierdo. Si esto es cierto, aprender un idioma durante la infancia puede ayudarte a alcanzar una comprensión holística de tus contextos social y emocional. Por el contrario, estudios recientes demuestran que el aprendizaje de un segundo idioma en la edad adulta muestra menos parcialidad emocional y un enfoque más racional a la hora de afrontar problemas en este segundo idioma que en el idioma nativo. Pero independientemente de la edad de aprendizaje de nuevos idiomas ser multilingüe le ofrece a tu cerebro algunas ventajas importantes. Algunas son incluso visibles, como una mayor densidad de la materia gris que contiene la mayoría de las neuronas y sinapsis y más actividad en ciertas áreas cuando se habla un segundo idioma. Una intensa actividad de un cerebro bilingüe durante toda la vida también puede ayudar a retrasar la aparición de enfermedades como el Alzheimer y la demencia hasta incluso cinco años. La idea de que el bilingüismo conlleva muchos beneficios cognitivos puede parecer obvia hoy en día, pero hubiera sorprendido a los primeros expertos. Antes de la década de los 60, al bilingüismo se le consideraba un discapacidad que alentaba el desarrollo del niño al forzarlo a usar demasiada energía para distinguir entre dos idiomas, una perspectiva basada en gran medida en estudios sin validez. Y aunque un estudio más reciente demuestra que los tiempos de reacción y los errores aumentan en estudiantes bilingües durante las pruebas interlingüísticas, también demuestra que el esfuerzo y la atención necesaria para cambiar de un idioma a otro generan más actividad y fortalecen potencialmente la corteza prefrontal dorsolateral. Esta es la parte del cerebro que juega un papel importante en las funciones ejecutivas, la resolución de problemas, transición de una tarea a otra y en la capacidad para filtrar cualquier información irrelevante. Así que aunque el bilingüismo no te haga más inteligente, sí ayuda a que tu cerebro se mantenga sano, complejo y activo, y aunque no hayas tenido la buena fortuna de aprender un segundo idioma en tu niñez, nunca es tarde para hacerte un favor y dar el salto lingüístico del "Hello" en inglés al "Hola", "Bon jour" o "NI hao", porque cuando se trata de nuestro cerebro,