Water is virtually everywhere, from soil moisture and ice caps, to the cells inside our own bodies. Depending on factors like location, fat index, age, and sex, the average human is between 55-60% water. At birth, human babies are even wetter. Being 75% water, they are swimmingly similar to fish. But their water composition drops to 65% by their first birthday. So what role does water play in our bodies, and how much do we actually need to drink to stay healthy? The H20 in our bodies works to cushion and lubricate joints, regulate temperature, and to nourish the brain and spinal cord. Water isn't only in our blood. An adult's brain and heart are almost three quarters water. That's roughly equivalent to the amount of moisture in a banana. Lungs are more similar to an apple at 83%. And even seemingly dry human bones are 31% water. If we are essentially made of water, and surrounded by water, why do we still need to drink so much? Well, each day we lose two to three liters through our sweat, urine, and bowel movements, and even just from breathing. While these functions are essential to our survival, we need to compensate for the fluid loss. Maintaining a balanced water level is essential to avoid dehydration or over-hydration, both of which can have devastating effects on overall health. At first detection of low water levels, sensory receptors in the brain's hypothalamus signal the release of antidiuretic hormone. When it reached the kidneys, it creates aquaporins, special channels that enable blood to absorb and retain more water, leading to concentrated, dark urine. Increased dehydration can cause notable drops in energy, mood, skin moisture, and blood pressure, as well as signs of cognitive impairment. A dehydrated brain works harder to accomplish the same amount as a normal brain, and it even temporarily shrinks because of its lack of water. Over-hydration, or hyponatremia, is usually caused by overconsumption of water in a short amount of time. Athletes are often the victims of over-hydration because of complications in regulating water levels in extreme physical conditions. Whereas the dehydrated brain amps up the production of antidiuretic hormone, the over-hydrated brain slows, or stops, releasing it into the blood. Sodium electrolytes in the body become diluted, causing cells to swell. In severe cases, the kidneys can't keep up with the resulting volumes of dilute urine. Water intoxication then occurs, possibly causing headache, vomiting, and, in rare instances, seizures or death. But that's a pretty extreme situation. On a normal, day-to-day basis, maintaining a well-hydrated system is easy to manage for those of us fortunate enough to have access to clean drinking water. For a long time, conventional wisdom said that we should drink eight glasses a day. That estimate has since been fine-tuned. Now, the consensus is that the amount of water we need to imbibe depends largely on our weight and environment. The recommended daily intake varies from between 2.5-3.7 liters of water for men, and about 2-2.7 liters for women, a range that is pushed up or down if we are healthy, active, old, or overheating. While water is the healthiest hydrator, other beverages, even those with caffeine like coffee or tea, replenish fluids as well. And water within food makes up about a fifth of our daily H20 intake. Fruits and vegetables like strawberries, cucumbers, and even broccoli are over 90% water, and can supplement liquid intake while providing valuable nutrients and fiber. Drinking well might also have various long-term benefits. Studies have shown that optimal hydration can lower the chance of stroke, help manage diabetes, and potentially reduce the risk of certain types of cancer. No matter what, getting the right amount of liquid makes a world of difference in how you’ll feel, think, and function day to day.
El agua está prácticamente en todas partes, desde la humedad del suelo y los casquetes glaciares, hasta las células de nuestro propio cuerpo. Dependiendo de factores como localización, índice de grasa, edad, y sexo, el ser humano promedio es entre 55 y 60 % agua. Al nacer, los bebés tienen incluso más agua. Siendo un 75 % agua, nadan de manera similar a los peces. Pero ese porcentaje disminuye al 65 % en el primer año. ¿Qué papel juega el agua en nuestros cuerpos, y en verdad, cuánta necesitamos tomar para mantenernos sanos? El H2O amortigua y lubrica nuestras articulaciones, regula la temperatura, y nutre nuestro cerebro y médula espinal. El agua no está solo en la sangre. El cerebro y el corazón de un adulto es casi por tres cuartos de agua. Más o menos el equivalente a la humedad en un plátano. Los pulmones se asemejan más a una manzana con un 83 %. E incluso los huesos, aparentemente secos, son un 31 % de agua. Si somos esencialmente agua, y estamos rodeados de agua, ¿por qué necesitamos beber tanta agua? Cada día perdemos alrededor de dos o tres litros de agua, con el sudor, la orina, y las deposiciones, e incluso con la respiración. Ya que estas funciones son necesarias para sobrevivir, necesitamos compensar la pérdida de líquidos. Mantener un nivel de agua equilibrado es esencial para no deshidratarnos o sobrehidratarnos, ambas con consecuencias devastadoras para nuestra salud en general. Al detectar niveles bajos de agua, sensores en el hipotálamo del cerebro ordenan liberar una hormona antidiurética. Cuando alcanza los riñones, crea acuaporinas, canales especiales que permiten a la sangre absorber y retener más agua, llevando a una orina oscura y concentrada. Una elevada deshidratación puede causar notables descensos del nivel de energía, humor, hidratación de la piel, y presión sanguínea, así como signos de deterioro cognitivo. Un cerebro deshidratado trabaja más duro para conseguir lo mismo que un cerebro normal, e incluso puede reducir su tamaño temporalmente. La sobrehidratación o hiponatremia, está causada por un consumo excesivo de agua en un período corto de tiempo. Los atletas suelen ser víctimas de la sobrehidratación debido a complicaciones al regular los niveles de agua en condiciones físicas extremas. Mientras que un cerebro deshidratado aumenta la producción de la hormona antidiurética, uno sobrehidratado disminuye o incluso detiene su liberación en la sangre. Los electrolitos de sodio en el cuerpo se diluyen, haciendo que las células de hinchen. En muchos casos, los riñones no pueden continuar con esos niveles de orina diluida. Entonces, se da una intoxicación por agua, causando posiblemente dolor de cabeza, vómitos, y, en raras ocasiones, convulsiones o muerte. Pero eso es una situación muy extrema. En el día a día normal, mantener un sistema hidratado es fácil de conseguir para los afortunados que tenemos acceso a agua potable. Durante mucho tiempo, la sabiduría convencional decía que debíamos beber 8 vasos al día. Esa estimación se ha ido afinando. Ahora, el consenso es que la cantidad de agua que necesitamos tomar depende en gran parte de nuestro peso y entorno. La ingesta diaria recomendada varía entre 2,5-3,7 litros para hombres, y unos 2-2,7 litros para mujeres, un rango que crece o decrece dependiendo de si estamos sanos, activos, si somos mayores o nos sobrecalentamos. Aunque el agua es el hidratante más saludable, otras bebidas, incluso aquellas con cafeína, como el café y el té, también reponen líquidos. Y el agua entre las comidas compensa una quinta parte de nuestra ingesta diaria de H20. Las frutas y los vegetales como fresas, pepinos, incluso el brócoli, están formados por más de un 90 % de agua, y pueden suplementar la ingesta mientras proveen nutrientes valiosos y fibra. Tomar líquidos adecuadamente puede tener también beneficios a largo plazo. Estudios han demostrado que una óptima hidratación disminuye la probabilidad de infarto cerebral, ayuda a manejar la diabetes, y reduce enormemente el riesgo a ciertos tipos de cáncer. Sin importar qué, consumir la cantidad correcta de líquidos hace una gran diferencia