When a team of archaeologists recently came across some 15,000 year-old human remains, they made an interesting discovery. The teeth of those ancient humans were riddled with holes. Their cavities were caused by the same thing that still plagues us today, specific tiny microbes that live in our mouths. These microbes are with us soon after birth. We typically pick them up as babies from our mothers' mouths. And as our teeth erupt, they naturally begin to accumulate communities of bacteria. Depending on what we eat, and specifically how much sugar we consume, certain microbes can overpopulate and cause cavities. Diets high in sugary foods cause an explosion of bacteria called mutans streptococci in our mouths. Like humans, these microorganisms love sugar, using it as a molecular building block and energy source. As they consume it, the bacteria generate byproducts in the form of acids, such as lactic acid. Mutans streptococci are resistant to this acid, but unfortunately, our teeth aren't. While each human tooth is coated in a hardy, protective layer of enamel, it's no match for acid. That degrades the armor over time, leaching away its calcium minerals. Gradually, acid wears down a pathway for bacteria into the tooth's secondary layer called the dentin. Since blood vessels and nerves in our teeth are enclosed deep within, at this stage, the expanding cavity doesn't hurt. But if the damage extends beyond the dentin, the bacterial invasion progresses causing excruciating pain as the nerves become exposed. Without treatment, the whole tooth may become infected and require removal all due to those sugar-loving bacteria. The more sugar our food contains, the more our teeth are put at risk. Those cavemen would hardly have indulged in sugary treats, however, so what caused their cavities? In meat-heavy diets, there would have been a low-risk of cavities developing because lean meat contains very little sugar, but that's not all our early human ancestors ate. Cavemen would also have consumed root vegetables, nuts, and grains, all of which contain carbohydrates. When exposed to enzymes in the saliva, carbohydrates get broken down into simpler sugars, which can become the fodder for those ravenous mouth bacteria. So while ancient humans did eat less sugar compared to us, their teeth were still exposed to sugars. That doesn't mean they were unable to treat their cavities, though. Archaeological remains show that about 14,000 years ago, humans were already using sharpened flint to remove bits of rotten teeth. Ancient humans even made rudimentary drills to smooth out the rough holes left behind and beeswax to plug cavities, like modern-day fillings. Today, we have much more sophisticated techniques and tools, which is fortunate because we also need to contend with our more damaging, sugar-guzzling ways. After the Industrial Revolution, the human incidence of cavities surged because suddenly we had technological advances that made refined sugar cheaper and accessible. Today, an incredible 92% of American adults have had cavities in their teeth. Some people are more susceptible to cavities due to genes that may cause certain weaknesses, like softer enamel, but for most, high sugar consumption is to blame. However, we have developed other ways of minimizing cavities besides reducing our intake of sugar and starch. In most toothpastes and many water supplies, we use tiny amounts of fluoride. That strengthens teeth and encourages the growth of enamel crystals that build up a tooth's defenses against acid. When cavities do develop, we use tooth fillings to fill and close off the infected area, preventing them from getting worse. The best way to avoid a cavity is still cutting down on sugar intake and practicing good oral hygiene to get rid of the bacteria and their food sources. That includes regular tooth brushing, flossing, and avoiding sugary, starchy, and sticky foods that cling to your teeth between meals. Gradually, the population of sugar-loving microbes in your mouth will decline. Unlike the cavemen of yesteryear, today we have the knowledge required to avert a cavity calamity. We just need to use it.
Cuando un equipo de arqueólogos encontró hace poco restos humanos de unos 15 000 años de edad, hicieron un descubrimiento interesante. Los dientes de los antiguos humanos estaban plagados de huecos. Sus caries fueron causadas por lo mismo que aún hoy nos aflige, microbios diminutos específicos que viven en nuestra boca. Están con nosotros poco después de nacer. Por lo general los tomamos como bebés de la boca de nuestras madres. Y al aparecer los dientes, comienzan naturalmente a acumular comunidades de bacterias. Dependiendo de lo que comemos, y, específicamente, de la cantidad de azúcar que consumimos, ciertos microbios pueden crecer en exceso y causar caries. Las dietas ricas en alimentos azucarados provocan una explosión de bacterias llamadas Streptococcus mutans en la boca. Como los humanos, estos microorganismos aman el azúcar, y lo usan como fuente de bloques de construcción y energía molecular. A medida que la consumen, las bacterias generan subproductos en forma de ácidos, como el ácido láctico. Loa Streptococcus mutans son resistentes a este ácido, pero, por desgracia, nuestros dientes no. Aunque cada diente está revestido con una resistente capa protectora de esmalte, no es rival para el ácido. Degrada la armadura con el tiempo, disolviendo sus minerales de calcio. Poco a poco, el ácido forma una vía para las bacterias en la capa secundaria de los dientes llamada dentina. Como los vasos sanguíneos y nervios en los dientes están encerrados profundamente, en esta etapa, la expansión de la caries no duele nada. Pero si el daño se extiende más allá de la dentina, la invasión bacteriana progresa causando un dolor insoportable conforme los nervios se exponen. Sin tratamiento, todo el diente se puede infectar y requerir la extirpación todo ello debido a las bacterias amantes del azúcar. Cuanta más azúcar contiene nuestra comida, los dientes más se ponen en riesgo. Esos cavernícolas apenas consumían golosinas azucaradas, así que, ¿qué causó sus caries? En dietas altas en carnes, habría habido un bajo riesgo de desarrollar caries porque la carne magra contiene muy poco de azúcar, pero eso no es todo lo que nuestros primeros antepasados humanos comieron. Los cavernícolas también habrán consumido hortalizas de raíz, frutos secos y granos, todos los cuales tienen hidratos de carbono. Cuando se exponen a las enzimas en la saliva, los carbohidratos se descomponen en azúcares más simples, que pueden convertirse en el alimento para las bacterias voraces de la boca. Así, aunque los antiguos humanos comieron menos azúcar en comparación con nosotros, sus dientes aún se expusieron a los azúcares. Sin embargo, eso no significa que no pudieran tratar sus caries, Los restos arqueológicos muestran que hace aproximadamente 14 000 años, los humanos ya usaban pedernal afilado para retirar pedazos de dientes podridos. Los humanos antiguos hasta hicieron taladros rudimentarios para suavizar los agujeros dejados en bruto y cera de abejas para tapar huecos, como las calzas de hoy en día. Hoy contamos con técnicas y herramientas mucho más sofisticadas, que es una suerte, porque también tenemos que lidiar con nuestras más perjudiciales formas de consumir el azúcar. Después de la revolución industrial, la incidencia humana de caries subió porque de repente tuvimos avances tecnológicos que hicieron el azúcar refinado más barato y accesible. Hoy, un increíble 92 % de los adultos estadounidenses han tenido caries. Algunas personas son más susceptibles a la caries debido a los genes que pueden causar debilidades, como el esmalte suave, pero para la mayoría, el consumo elevado de azúcar es el culpable. Sin embargo, hemos desarrollado otras formas de minimizar las caries además de reducir el consumo de azúcar y almidón. En la mayoría de las cremas dentales y muchos suministros de agua, utilizamos pequeñas cantidades de flúor que fortalece los dientes y estimula el crecimiento de cristales de esmalte que crean defensas del diente contra el ácido. Cuando las caries se desarrollan, utilizamos los empastes dentales para llenar y cerrar la zona infectada, prevenir que empeoren. La mejor manera de evitar una caries es aún reducir el consumo de azúcar y practicar una buena higiene bucal para deshacerse de las bacterias y sus fuentes de alimento. Eso incluye cepillado de los dientes, uso de hilo dental, y evitar el azúcar, almidones, y alimentos pegajosos que se adhieren a los dientes entre las comidas. Poco a poco, la población de microbios amantes del azúcar en la boca se reducirá. A diferencia de los cavernícolas de antaño, hoy tenemos el conocimiento necesario para evitar una caries calamitosa. Solo tenemos que usarlo.