Los conocimientos nos transforman, queramos o no. Una vez que un conocimiento entra en tu mente, no hay manera de volver atrás, no existe el botón de borrar por ningún lugar. Sin embargo, por alguna razón, preferimos llenarnos de información, certificados y títulos que en muchos casos toman polvo guindados en nuestras paredes, antes de adquirir conocimientos que se internen en nosotros, nos motiven y nos impulsen. Porque la diferencia entre la información y el conocimiento está en que el segundo lo procesamos, nos añade valor de una u otra manera y nos da las herramientas para accionar, mientras que el primero solo es eso... solo nos informa.