La juventud se ha convertido en un icono de culto, objeto de incesante alabanza, de veneración, ¡como si ser joven tuviera mérito! La experiencia que proporciona la edad, el conocimiento, los objetivos logrados a lo largo de la vida eran una virtud antaño. Pero hoy son una rémora, un lastre del que desprenderse a toda costa: hay que ser joven, o adolescente, a cualquier edad.