In 2013, a team of researchers held a math test. The exam was administered to over 1,100 American adults, and designed, in part, to test their ability to evaluate sets of data. Hidden among these math problems were two almost identical questions. Both problems used the same difficult data set, and each had one objectively correct answer. The first asked about the correlation between rashes and a new skin cream. The second asked about the correlation between crime rates and gun control legislation.
En 2013, un equipo de investigadores realizó una prueba de matemáticas. El examen fue administrado a más de 1100 adultos estadounidenses, y se diseñó, en parte, para poner a prueba su capacidad de evaluar conjuntos de datos. Escondidas entre estos problemas había dos preguntas casi idénticas. Ambos problemas usaban el mismo conjunto difícil de datos, y cada problema tenía una respuesta correcta y objetiva. La primera era sobre la correlación entre erupciones y una crema para la piel. La segunda era sobre la correlación entre las tasas de criminalidad y la legislación del control de armas.
Participants with strong math skills were much more likely to get the first question correct. But despite being mathematically identical, the results for the second question looked totally different. Here, math skills weren’t the best predictor of which participants answered correctly. Instead, another variable the researchers had been tracking came into play: political identity. Participants whose political beliefs aligned with a correct interpretation of the data were far more likely to answer the problem right. Even the study’s top mathematicians were 45% more likely to get the second question wrong when the correct answer challenged their political beliefs.
Los participantes con gran habilidad matemática eran mucho más propensos a acertar la primera pregunta. Pero a pesar de ser matemáticamente idénticas, los resultados para la segunda pregunta fueron totalmente diferentes. Aquí, las habilidades matemáticas no fueron el mejor indicador de qué participantes responderían correctamente. En cambio, otra variable que los investigadores habían estado rastreando entró en juego: la identidad política. Los participantes cuyas creencias políticas se alineaban con una correcta interpretación de los datos eran mucho más propensos a resolver bien el problema. Incluso los mejores matemáticos del estudio eran 45 % más propensos a equivocarse en la segunda pregunta cuando la respuesta correcta desafiaba sus creencias políticas.
What is it about politics that inspires this kind of illogical error? Can someone’s political identity actually affect their ability to process information? The answer lies in a cognitive phenomenon that has become increasingly visible in public life: partisanship.
¿Qué tiene la política que inspira este tipo de error ilógico? ¿Puede la identidad política de alguien afectar su capacidad de procesar información? La respuesta radica en un fenómeno cognitivo que se ha vuelto cada vez más visible en la vida pública: el partidismo.
While it’s often invoked in the context of politics, partisanship is more broadly defined as a strong preference or bias towards any particular group or idea. Our political, ethnic, religious, and national identities are all different forms of partisanship. Of course, identifying with social groups is an essential and healthy part of human life. Our sense of self is defined not only by who we are as individuals, but also by the groups we belong to. As a result, we’re strongly motivated to defend our group identities, protecting both our sense of self and our social communities.
Si bien a menudo se invoca en el contexto de la política, el partidismo se define de forma más general como una fuerte preferencia o tendencia hacia cualquier grupo o idea particular. Nuestras identidades políticas, raciales, religiosas y nacionales son todas formas diferentes de partidismo. Por supuesto, identificarse con grupos sociales es una parte esencial y saludable de la vida humana. Nuestro sentido del yo se define no solo por quienes somos como individuos, sino también por los grupos a los que pertenecemos. Como resultado, nos sentimos muy motivados a defender nuestras identidades de grupo, a proteger tanto nuestro sentido del yo como nuestras comunidades sociales.
But this becomes a problem when the group’s beliefs are at odds with reality. Imagine watching your favorite sports team commit a serious foul. You know that’s against the rules, but your fellow fans think it’s totally acceptable. The tension between these two incompatible thoughts is called cognitive dissonance, and most people are driven to resolve this uncomfortable state of limbo. You might start to blame the referee, complain that the other team started it, or even convince yourself there was no foul in the first place. In a case like this, people are often more motivated to maintain a positive relationship with their group than perceive the world accurately.
Pero esto se vuelve un problema cuando las creencias del grupo entran en conflicto con la realidad. Imagina ver que tu equipo deportivo favorito comete una falta grave. Sabes que eso va en contra de las reglas, pero tus compañeros entusiastas piensan que es totalmente aceptable. La tensión entre estos dos pensamientos incompatibles se llama "disonancia cognitiva", y la mayoría de las personas se ven obligadas a resolver este incómodo estado de limbo. Podrías comenzar por culpar al árbitro, quejarte de que el otro equipo lo comenzó, o incluso convencerte de que ni siquiera hubo falta. En un caso como este, las personas a menudo están más interesadas en mantener una relación positiva con su grupo que en percibir el mundo con precisión.
This behavior is especially dangerous in politics. On an individual scale, allegiance to a party allows people to create a political identity and support policies they agree with. But partisan-based cognitive dissonance can lead people to reject evidence that’s inconsistent with the party line or discredits party leaders. And when entire groups of people revise the facts in service of partisan beliefs, it can lead to policies that aren’t grounded in truth or reason.
Este comportamiento es especialmente peligroso en la política. A escala individual, la lealtad a un partido permite a las personas crear una identidad política y apoyar las medidas con las que están de acuerdo. Pero la disonancia cognitiva partidista puede llevar a las personas a rechazar la evidencia que sea inconsistente con la línea del partido o que desacredite a los líderes del partido. Y cuando grupos enteros de personas revisan los hechos con base en sus creencias partidistas, esto puede conducir a políticas que no se basen en la verdad o la razón.
This problem isn’t new— political identities have been around for centuries. But studies show that partisan polarization has increased dramatically in the last few decades. One theory explaining this increase is the trend towards clustering geographically in like-minded communities. Another is the growing tendency to rely on partisan news or social media bubbles. These often act like echo chambers, delivering news and ideas from people with similar views.
Este problema no es nuevo, las identidades políticas han existido por siglos. Pero los estudios muestran que esa polarización partidista ha aumentado dramáticamente en las últimas décadas. Una teoría que explica este aumento es la tendencia hacia la agrupación geográfica en comunidades de ideas afines. Otra es la tendencia creciente a confiar en noticias partidistas o burbujas en las redes sociales, que a menudo actúan como cámaras de eco y divulgan noticias e ideas de personas con puntos de vista similares.
Fortunately, cognitive scientists have uncovered some strategies for resisting this distortion filter. One is to remember that you’re probably more biased than you think. So when you encounter new information, make a deliberate effort to push through your initial intuition and evaluate it analytically. In your own groups, try to make fact-checking and questioning assumptions a valued part of the culture. Warning people that they might have been presented with misinformation can also help. And when you’re trying to persuade someone else, affirming their values and framing the issue in their language can help make people more receptive.
Afortunadamente, los científicos cognitivos han descubierto algunas estrategias para resistir este filtro de distorsión. Una es recordar que probablemente tengas más sesgos de los que piensas. Entonces, cuando encuentres información nueva, haz un esfuerzo deliberado por cuestionar tu intuición inicial y evalúala analíticamente. En tus propios grupos, intenta que verificar los hechos y cuestionar los supuestos sea una parte valiosa de la cultura. Advertir a las personas que se les puede haber presentado información errónea también puede ayudar. Y cuando estés intentando persuadir a alguien más, reafirmar sus valores y enmarcar el tema en sus términos puede ayudar a que las personas sean más receptivas.
We still have a long way to go before solving the problem of partisanship. But hopefully, these tools can help keep us better informed, and capable of making evidence-based decisions about our shared reality.
Aún nos falta mucho para resolver el problema del partidismo. Pero con suerte, estas herramientas pueden ayudarnos a mantenernos mejor informados, y a tomar decisiones con base en la evidencia