In 1982, a young nurse was suffering from severe, unrelenting depression. She couldn’t work, socialize, or even concentrate well enough to read the newspaper.
En 1982, una joven enfermera padecía trastorno de depresión mayor. No podía trabajar, socializar ni concentrarse lo suficiente como para leer el periódico.
One treatment changed everything. After two courses of electroconvulsive therapy, or ECT, her symptoms lifted. She went back to work, then on to graduate school, where she earned high grades. At first, she talked openly about her life changing treatment. But as she realized many people had an extremely negative impression of ECT, she stopped sharing her experience.
Un tratamiento lo cambió todo. Tras dos sesiones de terapia electroconvulsiva, o TEC, sus síntomas desaparecieron. Regresó al trabajo, y luego se graduó de la universidad, donde obtuvo altas calificaciones. Al principio, hablaba abiertamente sobre el tratamiento que le había cambiado la vida. Pero, al darse cuenta de que muchas personas tenían una impresión extremadamente negativa de la TEC, dejó de contar su experiencia.
ECT carried a deep stigma, leftover from a history that bears little resemblance to the modern procedure. The therapy was first used in medicine in 1938. In its early years, doctors administered a strong electrical current to the brain, causing a whole-body seizure during which patients might bite their tongues or even break bones. Modern ECT is very different. While a patient is under general anesthesia, electrodes deliver a series of mild electrical pulses to the brain. This causes huge numbers of neurons to fire in unison: a brief, controlled seizure. A muscle relaxant keeps spasms from spreading to the rest of his body. The only physical indication of the electricity flooding the brain is a twitching foot. The treatment lasts for about a minute, and most patients are able to resume normal activities about an hour after each session.
Un profundo estigma pesaba sobre la TEC, resabio de una historia que guarda muy poca similitud con el procedimiento actual. La terapia se usó por primera vez en el campo de la medicina en 1938. En aquel entonces, los médicos aplicaban una fuerte corriente eléctrica al cerebro, que producía una convulsión generalizada en el cuerpo y el riesgo de que el paciente se mordiera la lengua o incluso se quebrara algún hueso. La TEC actual es muy diferente. Mientras el paciente está bajo anestesia general, unos electrodos aplican al cerebro una serie de leves estímulos eléctricos. Esto ocasiona la reacción simultánea de una gran cantidad de neuronas: se trata de una breve convulsión controlada. Un relajante muscular controla que los espasmos no se extiendan al resto del cuerpo. El único indicio físico de que la electricidad circula por el cerebro es el movimiento de un pie. El tratamiento dura alrededor de un minuto, y la mayoría de los pacientes puede retomar sus actividades una hora después de cada sesión.
ECT is commonly used to treat severe cases of major depression or bipolar disorder in patients who haven’t responded to other therapies, or who have had adverse reactions to medication. Half or more of those who undergo treatment experience an improvement in their symptoms.
La TEC suele usarse para tratar casos graves de depresión o trastorno bipolar en pacientes que han realizado otras terapias sin éxito, o que han presentado reacciones adversas a la medicación. La mitad o más de los pacientes que realizan el tratamiento experimentan una disminución de los síntomas.
Most patients treated with ECT have two or three sessions per week for several weeks. Some begin to notice an improvement in their symptoms after just one session, while others take longer to respond. Patients often continue less frequent treatments for several months to a year, and some need occasional maintenance sessions for the rest of their lives.
La mayor parte de los pacientes que realizan la TEC tienen dos o tres sesiones por semana, durante varias semanas. Algunos comienzan a notar una mejoría tras una sola sesión, pero otros pueden demorar más en mejorar. Los pacientes suelen continuar con tratamientos más espaciados durante varios meses o hasta un año, y algunos requieren sesiones ocasionales de control por el resto de sus vidas.
Modern ECT is much safer than it used to be, but patients can still experience side effects. They may feel achy, fatigued, or nauseated right after treatment. Some have trouble remembering what happened right before a session— for example, what they had for dinner the previous evening. Rarely, they might have trouble remembering up to weeks and months before. For most patients, this memory loss does improve over time.
Si bien la TEC actual es mucho más segura que antes, los pacientes pueden experimentar efectos secundarios. Pueden sentir dolor de cabeza, fatiga o náusea inmediatamente después de la sesión. Algunos pueden tener dificultades para recordar qué sucedió antes de la sesión, por ejemplo, qué cenaron la noche anterior. Con menos frecuencia, pueden tener dificultades para recordar hasta semanas o meses previos. En la mayoría de los pacientes, esta pérdida de memoria es temporal.
What's fascinating is that despite its proven track record, we still don't know exactly why ECT works. Neurons in the brain communicate via electrical signals, which influence our brain chemistry, contributing to mood and behavior. The flood of electrical activity sparked by ECT alters that chemistry. For example, ECT triggers the release of certain neurotransmitters, molecules that help carry signals between neurons and influence mental health. ECT also stimulates the flow of hormones that may help reduce symptoms of depression. Interestingly, ECT maintenance works better when paired with medication, even in patients who were resistant to medication before. As we come to a better understanding of the brain, we’ll likely be able to make ECT even more effective.
Resulta fascinante que, a pesar de su probada eficacia, aún no sabemos exactamente por qué la TEC funciona. Las neuronas se comunican por medio de señales eléctricas que afectan la química del cerebro, y esto influye en el humor y el comportamiento. La actividad eléctrica inducida por la TEC altera esa química. Por ejemplo, la TEC causa la liberación de ciertos neurotransmisores, moléculas que ayudan a transmitir señales entre las neuronas y que influyen en la salud mental. La TEC también estimula la producción de hormonas que pueden reducir los síntomas de la depresión. Resulta interesante que la TEC funciona mejor cuando se la combina con otras medicaciones, incluso en pacientes que antes no respondían a esos fármacos. A medida que avanzamos en nuestra comprensión del cerebro, es probable que consigamos que la TEC sea aún más efectiva.
In 1995, more than a decade after her first course of ECT, the nurse decided to publish an account of her experience. Because of the stigma surrounding the treatment, she worried that doing so might negatively impact her personal and professional life, but she knew ECT could make a difference for patients when all else failed. Though misperceptions about ECT persist, accounts like hers have helped make doctors and patients alike aware of the treatment’s life changing potential.
En 1995, más de una década después de su primera sesión de TEC, la enfermera decidió publicar un relato sobre su experiencia. Debido al estigma asociado al tratamiento, le preocupaba que esta publicación pudiera afectar negativamente su vida personal y profesional, pero sabía que la TEC puede funcionar en pacientes que no responden a ningún otro tratamiento. Si bien aún existen algunas percepciones erróneas de la TEC, relatos como el de ella han ayudado a que tanto médicos como pacientes cobren consciencia de que el tratamiento puede cambiarle la vida a alguien.