There is an environmental mystery afoot, and it begins with a seemingly trivial detail that reveals a disaster of global proportions. One day, you notice that the honey you slather on your morning toast is more expensive. Instead of switching to jam, you investigate the reason for the price hike. What you find is shocking. The number of domesticated honeybees in the US has been decreasing at an alarming rate. This decline appears too big to be explained by the usual causes of bee death alone: disease, parasites or starvation. A typical crime scene has almost no adult bees left in the hive, except, perhaps, a lonely queen and a few other survivors. It's full of untouched food stores and a brood of unborn larvae, suggesting that the adults vacated without waiting for them to hatch. But what's particularly eerie is that there's no tell-tale mass of dead or dying bees nearby. Either they have forgotten their way back to the hive, or they have simply disappeared. These mysterious disappearances aren't new. Humans have been collecting honey for centuries. But it wasn't until European settlers in the 1600's introduced the subspecies, Apis mellifera, that we domesticated bees. Since the 19th century, beekeepers have reported occasional mass disappearances, giving them enigmatic names like disappearing disease, spring dwindle disease and autumn collapse. But when in 2006 such losses were found to affect more than half of all hives in the US, the phenomenon got a new name: colony collapse disorder. The most frightening thing about this mystery isn't that we'll have to go back to using regular sugar in our tea. We farm bees for their honey, but they also pollinate our crops on an industrial scale, generating over 1/3 of America's food production this way. So, how can we find the culprit behind this calamity? Here are three of the possible offenders. Exhibit A: Pests and Disease. Most infamous is the varroa mite, a minuscule red pest that not only invades colonies and feeds on bees, but also transfers pathogens that stunt bee growth and shortens their life span. Exhibit B: Genetics. The queen is the core of a healthy hive. But nowadays, the millions of queen bees distributed in commercial hives are bred from just a few original queens, which raises the worry about a lack of genetic diversity which could weaken bees' defenses against pathogens and pests. Exhibit C: Chemicals. Pesticides used both on commercial beehives and agricultural crops to ward off parasites could be getting into the food and water that honeybees consume. Researchers have even found that some pesticides damage the honeybees' homing abilities. So we have a file full of clues but no clear leads. In reality, scientists, the actual detectives on this case, face disagreement over what causes colony collapse disorder. For now, we assume that several factors are the cause. Honeybees aren't necessarily in danger of extinction, but fewer bees overall means less pollination and higher food costs, so it's crucial that scientists solve the case of the vanishing bees. Because while having less honey might be a buzzkill, crop shortages are something that would truly sting.
Se está desarrollando un misterio medioambiental que comienza con un detalle aparentemente trivial que revela un desastre de proporciones mundiales. Un día, te das cuenta de que la miel que untas en tu tostada matutina es más cara. En lugar de pasarte al jamón, investigas la razón del aumento de precio. Lo que descubres es chocante. El número de abejas domesticadas en EE.UU. ha ido disminuyendo a un ritmo alarmante. Este declive parece demasiado grande para deberse solo a las causas habituales de muerte de las abejas: enfermedades, parásitos o desnutrición. En la escena típica del crimen apenas hay abejas adultas en las colmenas, salvo, quizás, la solitaria reina y algunas otras supervivientes. Todo está lleno de provisiones de comida sin tocar y paneles de larvas, lo que sugiere que las adultas se marcharon sin esperar a que nacieran. Pero lo realmente inquietante es que no hay restos de abejas muertas o moribundas en las proximidades. Puede que olvidaran el camino de vuelta a la colmena o que simplemente desaparecieran. Las desapariciones misteriosas no son una novedad. Los seres humanos han estado recolectando miel durante siglos. Pero no fue hasta que los colonizadores europeos del siglo XVII introdujeron una subespecie, la Apis mellifera, cuando domesticamos a las abejas. Desde el siglo XIX, los apicultores han informado en ocasiones de desapariciones masivas lo que les ha otorgado misteriosos nombres como "síndrome de despoblación", "disminución de primavera" o "colapso de otoño". Pero cuando en 2006 dichas desapariciones afectaron a más de la mitad de las colmenas en EE.UU. el fenómeno tomó un nuevo nombre: Problema de colapso de colonias [CCD, en inglés]. Lo más preocupante de este misterio no es que tendremos que volver a echarle azúcar al té. Criamos a las abejas por su miel, pero también polinizan nuestras cosechas a escala industrial, lo que genera cerca de 1/3 de la producción de alimentos en EE.UU. Entonces, ¿cómo podemos encontrar al culpable de esta desgracia? Estos son 3 de los posibles responsables. Prueba A: Plagas y enfermedades Las más infame es la varroa mite, una alimaña roja y diminuta que no solo invade colonias y se alimenta de abejas, sino que también les transfiere parásitos que atrofian su desarrollo y acortan sus vidas. Prueba B: La genética. La abeja reina es la base de una colmena sana. Pero hoy en día, millones de abejas reinas repartidas por las colmenas comerciales se han criado a partir de unas pocas reinas, lo que aumenta la preocupación sobre la falta de diversidad genética que puede debilitar las defensas de las abejas frente a los patógenos y las plagas. Prueba C: Los productos químicos. Los pesticidas usados en las colmenas y los cultivos para protegerlos de parásitos podrían estar introduciéndose en la comida y el agua que consumen las abejas. Los investigadores han llegado a descubrir que algunos pesticidas perjudican la capacidad de producir miel de las abejas. Así que tenemos un expediente lleno de pistas pero sin indicadores claros. En realidad, los científicos, los verdaderos detectives del caso no se ponen de acuerdo en las causas del CCD. Por ahora, podemos asumir que las causas dependen de varios factores. Las abejas no están necesariamente en peligro de extinción, pero un menor número de abejas supone menos polinización y alimentos más costosos, así que es crucial que los científicos resuelvan el caso de las desapariciones de abejas. Porque mientras que tener menos miel puede dolernos un poco, la escasez de cosechas podría dañar de verdad.